no es un tema de conversación agradable
May. 14th, 2012 04:50 pmHace diez días estaba agonizando, entre fiebre y mareos y jaqueca / cefalea / migraña (sí, no son lo mismo; es que yo salto de una a otra con una facilidad pasmosa). Durante esos días, el estómago jugaba un papel secundario. De vez en cuando sentía pinchazos en el abdomen, se me retorcía el estómago pero nunca llegaba a solidificarse en náuseas... Fue algo que aparecía esporádicamente pero a lo que tampoco presté mucha atención porque la neurona estaba saturada de dolor.
Este fin de semana me ha vuelto a pasar. Por suerte, teniendo la cabeza más despejada he podido al menos analizar el porqué, repasando lo que estaba comiendo recientemente y así deducir una causa probable.
(Miradme, tó Sherlok.)
(Ni en sueños, ya os lo digo.)
Una vez recuperado, durante la semana la cosa estuvo muy calmada; sólo sufrí ecos leves en contadas ocasiones. No sabía si eran remanentes del sufrimiento pasado o porque la causa era otra y los chutes de medicamento no lo habían resuelto.
Como fui a salsa y a fusión latina y no sufrí horribles consecuencias, lo di por zanjado y retomé la vida normal. Lo que significa que, si yo estoy al cargo, como mucha cosa a la plancha y me pongo hasta el culo de arroz y pasta. Que es casi lo que hacía antes de que en el gym me dieran la dieta, sólo que quitando la pasta y poniéndome hasta el culo de atún.
Pero últimamente me estoy dando cuenta que, cuanto más me controlo en situaciones cotidianas, más me descontrolo en situaciones especiales. Seré todo lo rígido que quieras cuando tengo que hacerme un tupper o cuando estoy en casa, pero a la que me junto con otras personas el control sale por la ventana y toda la comida entra en mi boca. No se trata de comer cosas insanas, porque al fin y al cabo tampoco somos fans de comer mierda. Es la cantidad de lo que hablo. El freno, lo pierdo. Y sé que no debería seguir comiendo, porque la barriga me lo dice ("como sigas así te vas a arrepentir, que estoy ya a petar"), pero muchas veces soy incapaz de frenar.
El viernes por la noche fui a cenar con la gente de salsa a casa de uno de ellos, y como cada uno trajo una cosa, pues me puse hasta arriba. Entre los entrantes y los platos suculentos (es lo que tiene que uno del grupo sea un futuro chef) y los aperitivos y... Por suerte sólo yo traje postres y me controlé lo suficiente para comerme una sola de mis magdalenas. Y una de las que no llevaba trufa por encima. Eso es todo un logro, teniendo en cuenta mi reciente autocontrol en público.
El sábado estuvimos celebrando el cumpleaños de Neo, de la troupe (el novio de Sayuri). Por la mañana fuimos a matarnos a un lasertag (soy lo peor, incapaz de meterme en la situación. Me pasé el rato paseando por la zona a oscuras como quien está tomando el aire por los jardines de su casa de campo) y luego fuimos a su casa a comer. Había aperitivos a mansalva y pizza Domino's. Y, claro, a dos carrillos.
A media tarde del sábado me empecé a encontrar mal. Hasta el día siguiente no llegué a identificar el dolor como indigestión y/o problemas de tránsito. Qué queréis, soy lento. (Por eso decía que de Sherlok más bien nada. Ni en el blanco de los ojos, oiga.) No es algo que me pase a menudo, soy de buena digestión, así que estas cosas me pillan desprevenido.
Ayer por la noche fui a cenar a casa de mis padres y mi madre tiene muy claro que está causado por haber erradicado las salsas de mi vida. Aunque tampoco es que antes tomara mucha salsa, aunque de vez en cuando sí hacía bechamel y salsa de tomate...
El nuevo plan, dentro de lo que me permite la dieta, es triple :
(Además de todo esto, también tengo como objetivo controlarme cuando coma algo que se salga de la rutina. Ya está bien de perder el juicio.)
Tengo confianza en que reduciendo el arroz semanal y empujando (no pun intended) con la verdura la cosa recupere la normalidad.
Este fin de semana me ha vuelto a pasar. Por suerte, teniendo la cabeza más despejada he podido al menos analizar el porqué, repasando lo que estaba comiendo recientemente y así deducir una causa probable.
(Miradme, tó Sherlok.)
(Ni en sueños, ya os lo digo.)
Una vez recuperado, durante la semana la cosa estuvo muy calmada; sólo sufrí ecos leves en contadas ocasiones. No sabía si eran remanentes del sufrimiento pasado o porque la causa era otra y los chutes de medicamento no lo habían resuelto.
Como fui a salsa y a fusión latina y no sufrí horribles consecuencias, lo di por zanjado y retomé la vida normal. Lo que significa que, si yo estoy al cargo, como mucha cosa a la plancha y me pongo hasta el culo de arroz y pasta. Que es casi lo que hacía antes de que en el gym me dieran la dieta, sólo que quitando la pasta y poniéndome hasta el culo de atún.
Pero últimamente me estoy dando cuenta que, cuanto más me controlo en situaciones cotidianas, más me descontrolo en situaciones especiales. Seré todo lo rígido que quieras cuando tengo que hacerme un tupper o cuando estoy en casa, pero a la que me junto con otras personas el control sale por la ventana y toda la comida entra en mi boca. No se trata de comer cosas insanas, porque al fin y al cabo tampoco somos fans de comer mierda. Es la cantidad de lo que hablo. El freno, lo pierdo. Y sé que no debería seguir comiendo, porque la barriga me lo dice ("como sigas así te vas a arrepentir, que estoy ya a petar"), pero muchas veces soy incapaz de frenar.
El viernes por la noche fui a cenar con la gente de salsa a casa de uno de ellos, y como cada uno trajo una cosa, pues me puse hasta arriba. Entre los entrantes y los platos suculentos (es lo que tiene que uno del grupo sea un futuro chef) y los aperitivos y... Por suerte sólo yo traje postres y me controlé lo suficiente para comerme una sola de mis magdalenas. Y una de las que no llevaba trufa por encima. Eso es todo un logro, teniendo en cuenta mi reciente autocontrol en público.
El sábado estuvimos celebrando el cumpleaños de Neo, de la troupe (el novio de Sayuri). Por la mañana fuimos a matarnos a un lasertag (soy lo peor, incapaz de meterme en la situación. Me pasé el rato paseando por la zona a oscuras como quien está tomando el aire por los jardines de su casa de campo) y luego fuimos a su casa a comer. Había aperitivos a mansalva y pizza Domino's. Y, claro, a dos carrillos.
A media tarde del sábado me empecé a encontrar mal. Hasta el día siguiente no llegué a identificar el dolor como indigestión y/o problemas de tránsito. Qué queréis, soy lento. (Por eso decía que de Sherlok más bien nada. Ni en el blanco de los ojos, oiga.) No es algo que me pase a menudo, soy de buena digestión, así que estas cosas me pillan desprevenido.
Ayer por la noche fui a cenar a casa de mis padres y mi madre tiene muy claro que está causado por haber erradicado las salsas de mi vida. Aunque tampoco es que antes tomara mucha salsa, aunque de vez en cuando sí hacía bechamel y salsa de tomate...
El nuevo plan, dentro de lo que me permite la dieta, es triple :
- cambiar la ensalada de la cena por verduras hervidas y/o en puré
- reducir la cantidad de arroz por semana. Si ahora hago "un día arroz, un día pasta", pasar a "un día arroz, dos días pasta" o "un día arroz, tres días pasta".
- reemplazar el bocadillo del almuerzo por las dos o tres galletas de arroz.
(Además de todo esto, también tengo como objetivo controlarme cuando coma algo que se salga de la rutina. Ya está bien de perder el juicio.)
Tengo confianza en que reduciendo el arroz semanal y empujando (no pun intended) con la verdura la cosa recupere la normalidad.