Blue sky all over the place

El domingo también me animé, por fin, a comprar ropa de deporte.

Últimamente me está costando bastante más de lo normal enfrentarme al espejo. Y llevar ropa que empezó a irme justa hace año y medio, cuando no he hecho nada más que engordar desde entonces, no ayuda. Menos aún cuando estás haciendo deporte. Más allá de que pueda apretar o estar tensa, es por la impresión constante que tus lorzas hacen en la tela... y en la mente de los demás. Que a muchos entrenadores se les llena la boca con lo de que la gente en la sala sólo está por su entrenamiento y no miran a los demás, pero cualquiera que haya pisado una sala de máquinas sabe que no es verdad. No es que todos se dediquen a cuchichear o reírse de los demás, pero hay gente que lo hace, porque hay de todo en todas partes. Descartar los complejos con mentiras no ayuda.

El caso es que el domingo por la noche ya estaba un poco contra las cuerdas y por fin reuní fuerzas para superar el bloqueo de enfrentarme a este tipo de cosas (parece estúpido lo duro que se le hace a uno algo tan tonto como comprar ropa de una o dos tallas más que la que acostumbrabas a llevar), algo que me costó todo el fin de semana hacer. Abrí el navegador, entré a la web de decathlon, y...

Y mi gozo en un pozo porque ni login, ni buscar pantalones, ni nada. La página iba a pedalicos. Algo estaba pasando. Aún ahora no sé exactamente qué pasó (tampoco me he puesto a investigar a fondo, sólo sé que una búsqueda rápida no me ha dicho nada), pero la cuestión es que optaron al final por poner el portal en modo mantenimiento, así que algo estaba pasando. (¿DDoS? ¿Avalancha por las rebajas de final de temporada?)

Por suerte, uno es previsor y se ve venir las ostias (a veces ¬¬U), por lo que las veces que el portal respondía estuve copiando links de prendas que comprar y me los guardé. Y el lunes a primera hora pude hacer el pedido. Debería llegar entre hoy y mañana, a ver qué tal sale la jugada. Mi intención era comprar la misma ropa que he comprado otras veces, sólo unas tallas más grandes, pero o los modelos que compré no existen o mi nueva talla estaba agotada. La dura vida de engordar.

(No se me escapa la ironía de comprar ropa para hacer deporte con el mínimo esfuerzo posible, no ¬¬U)

17:00

¡Pues ha llegado hoy! A tiempo para estrenarlo mañana, lo cuál es un consuelo porque después de la vergüenza extrema del morcillismo de ayer, nesecito de llevar ropa nueva.

Algo que sí he hecho esta Semana Santa, aunque antes de que llegara el fin de semana largoempezara las vacaciones, es comprarme pantalones para el Holi.

( Intentando comprar pantalones. )

Otra cosa FASCINANTE que ha pasado este fin de semana ha sido que uno de los fogones de mi vitro ha muerto mientras estaba cocinando.
De los cuatro fogones que hay, suelo usar el más grande cada día para cocinar. Normalmente hago allí el pollo a la plancha, pero a veces hago otras cosas, como el relleno para las empanadas cuando hay partida o paso por la sartén pimientos y pollo para hacer el relleno de fajitas que me como sin tortas (porque carbohidratos). Obviamente, el que se ha estropeado es el más grande. Porque por algo es el que más uso.
Lo encendí y funcionaba sin problemas. La plancha se calentó como tocaba, y dejé el pollo haciéndose tranquilamente mientras me dedicaba a otros tuppers. Al cabo de un rato le di la vuelta al pollo y volví a distraerme. Y pasado el tiempo, cuando debía estar todo hecho, me di cuenta que el reverso estaba aún un poco crudo. Como estaba envuelto en un torbellino karaokero (léase: cocinando mientras escucho música con cascos inalámbricos) pensaba que era cosa del paso relativo del tiempo, y que cuando creía que había pasado el tiempo suficiente en realidad sólo había pasado una parte del necesario. Pero entonces me di cuenta que la plancha realmente estaba más fría de lo que tocaba. Y que el fuego mismo estaba más frío de lo que tocaba. Y que no había disco rojo por debajo de la plancha, como el interior de una nave de los Visitantes.
La vitro respondía al comando táctil, indicaba que había calor, pero en realidad no había calor. Otros fogones sí se encendían y calentaban, pero no ese.
Decidí que el pollo estaba lo suficientemente cocinado para ser comestible con el calor residual desde que el fogón decidiera romperse, me quejé por twitter y me acosté. Porque no tengo ni tiempo ni fuerzas para enfrentarme a esto.

Este fin de semana intentaré mirar si algo se ha soltado de la vitro, lo cuál va a ser un reto porque tendré que sacar el horno para acceder a ella. Mientras tanto, esta semana cocinaré con los otros fogones (¡nuevas experiencias!), rezando porque no implosione el fogón rápido para hervir la verdura y hacer las tortillas o me veo tardando una hora en cocinar lo que normalmente hago en veinte minutos, reventando estos otros fogones por exceso de trabajo (yo que sé, ya me dirás tú qué excusa tiene el que se ha roto para romperse cuando HACE TRES MINUTOS BIEN QUE CALENTABA LA PLANCHA) y acabando la semana cocinando en casa de mis padres.

No estoy preparado para la vida adulta, es un hecho.

(AL PRIMERO QUE ME DIGA QUE ME TOME EL FOGÓN ROTO COMO UNA OPORTUNIDAD PARA ADELGAZAR LO ESTRELLO. EL POLLO A LA PLANCHA NO SE HACE SOLO, y el pollo crudo o las claras (pasteurizadas, porque crudas no se pueden consumir por el riesgo a enfermedad y la baja absorción del componente nutricional por el que se recomienda su consumo) a pelo son dificilillas de tragar para el humano medio, especialmente si ya tiene manías y dificultades con los comprimidos.)

...
Ahora que lo pienso, creo que el jueves mismo estuve pensando en esta entrada sobre la compra de pantalones, pero la había planteado de forma más detallada. Lo que hacen tres días de muerte anímica, se te olvida cómo hacer las cosas como lo habías planeado.

Ayer decidí que, aunque estaba decentemente desvelado al llegar a casa después del trabajo, que me saltaría el gym. Habiendo dormido tres horas no me veía, pese a no ir arrastrado, capaz de aprovechar el tiempo. Así que me tomé la tarde libre. Lo que significa que me acosté relativamente temprano y he podido dormir un buen rato. Para compensar y eso.
Consecuencias:
* tengo un dolor horripilante en la lumbar derecha. No sé si he dormido con el brazo retorcido (¿bajo mi cuerpo? ¿tras mi espalda?) o qué, pero está la zona bien tocada. Estoy estirando de vez en cuando, pero el alivio es temporal.
* ha vuelto el dolor en la planta del pie derecho. Ahora los dos pies me duelen en la misma zona, y de la misma manera. No sé si agradecer la simetría uniformante, la verdad. Es un poco coñazo que te duelan los pies. Había desaparecido hace unos días, y pensaba realmente que era algo puntual, pero parece ser que no, que va a ser crónico como el dolor en el pie izquierdo. Pues venga.

¿De dónde viene el dolor de pies? Que me aspen si lo sé. Al principio pensaba que venía por un mal gesto bailando o en el gym, pero el hecho de que haya ido cambiando de máquinas y coreos y el dolor persistiera, y que surgiera en un momento aleatorio (no estábamos aprendiendo canción nueva, ni entré en una nueva rutina con nuevos ejercicios en el gimnasio), parecía descartar que tuviera algo que ver con la actividad habitual.
Entonces pensé que sería porque tenso los pies; como el que apreta las mandíbulas, pero con los dedos del pie. Así que empecé a hacerme masajes frecuentemente en la zona con una pelota dura de pinchos de plástico, pero no ha tenido mucho efecto. Sí, hace cosquillas, y sí, relaja durante unos minutos, pero el dolor no merma. Relaja el pie, pero el dolor sigue allí.
Que hace unas semanas me apareciera así a bote pronto el mismo dolor en el otro pie era inesperado, pero ni una novedad ni me pilló desprevenido. Si acaso, me sorprende que haya tardado tanto en hacerse eco del dolor.
Así que ahora tengo dos hilos de dolor, que puedo tocar cuando me masajeo con las manos; uno en cada pie.

En otro orden de cosas, el ruido que escuchaba hace unos días ha desaparecido. Creo que fue ayer cuando me di cuenta que ya no estaba, pero no puedo asegurar que el lunes, cuando me duchaba, aún estuviera dando por culo.
Se ha ido igual que vino, sin saber de dónde ni el qué ni el por qué.
Pues nada, puerta, que bastante tengo con lo mío, oye.

Ayer, aprovechando mi encefalogramaplanismo, empecé la demo de Bravely Second: End Layer. No debería, porque yo soy lo peor con los juegos de rol y me engancho cosa mala, y no quería quedarme despierto por imbécil hasta las tantas y después de nuevo no poder dormirme, pero lo hice.
Ay, qué preciosista es el juego. Agnès me encanta, ya tengo ganas de volver a ver a Tiz, y los juegos de palabras que hay son encantadores. (Todo fonética.)
No hice nada más que empezar la demo, activar StreetPass y ver qué trabajos había desbloqueados. Con eso fue suficiente para enamorarme otra vez.
Quizás sea cosa mía, pero los gráficos en la ciudad parecen más nítidos, los modelos algo más definidos. Lástima que aún no pueda ver los trajes de los trabajos...
Estoy jugando la demo en fácil porque no me interesa un reto espectacular, y sólo quiero ver el prólogo del juego. Los objetos que dan, aunque útiles, no los considero imprescindibles, y la experiencia ganada no se va a trasladar. Vamos, que ponerme como un enfermo como hice con la demo de Bravely Default no lo veo necesario. Ahora, a disfrutar del paseíllo. Y cuando acabe la demo (espero no me cueste mucho tiempo), podré empezar el juego.
... Aunque seguramente antes vuelva un ratiño a Final Fantasy Explorers y Fantasy Life :D

edit (11:35): Ah, parece que el dolor que tengo en la lumbar no es fruto del brazo, sino del cuello.
Aunque me molesta cuando muevo el brazo y la espalda, cuando realmente se dispara el dolor es cuando inclino la cabeza hacia la derecha, como queriend que la oreja derecha se recueste sobre el hombro derecho. Ahí es cuando el dolor se intensifica y me impide hacer el movimiento completo.
De hecho, si inclino la cabeza hacia la izquierda, también me duele la lumbar derecha, aunque de forma mucho más suave y llevadera.
Cómo leches habré dormido esta noche, meloxpliquen.

Al final el drama de no haberme puesto las férulas la noche del jueves no fue tan grande. Lo que significa que la logopedia ha servido para algo.
No voy a negar que los dientes me molestaron, porque sería mentir (y es algo que me pasa cada día, aunque me las ponga el tiempo recomendado), pero sí admito que con unas pocas horas más, la noche del sábado las pude llevar el tiempo normal sin sufrir consecuencias. De lo cuál me alegro. Una fuente de stress menos.
Eso no significa que pueda dejar de ponérmelas cada dos por tres, pero ahora sé que si un día sufro un descuido, estoy cubierto por mi subconsciente.
(También diré que lo he puesto a prueba en las siestas findesemaneras, donde pierdo la conciencia entre media hora y hora y media y no me pongo las férulas y luego por la noche todo va bien.)

( Me he cansado más explicando el fin de semana que haciendo cosas este fin de semana, la vírgen. )

( Hablemos ahora de 'la caza y captura (infructuosa) de información sobre Eberron', va. )

La canción del día: "Symphonic Odysseys - FFXIV", en directo.

Ayer tuve uno de esos episodios de vergüenza en el gimnasio, en el que estás haciendo press de banca y tu cuerpo dice "nopes" y acabas con la barra en el pecho sin poder levantarla.

La parte buena es que fue en la última repetición de la última serie, lo que significa que fui capaz de ajustar bien la carga y las repeticiones durante todo el ejercicio, sólo que confié demasiado en mis posibilidades de hacer una última antes de dejarlo y pasar a otro ejercicio. Y lo pagué con el peor escarnio de la sala de pesas.
Por si os lo preguntáis, no, nadie vino a echarme una mano y ayudarme a quitarme la barra de encima. Supongo que consideraron que el peso que estaba levantando era paupérrimo. O que era mejor sacar fotos y subirlas a internet. A saber, no podía levantar la cabeza, así que...
El caso es que, para poder devolver la barra a su sitio, tuve que hacerla rodar desde el pecho hasta la cadera, y así liberar el tronco y poder levantarme. Tuve suerte y, aunque el pectoral estaba out, el resto del cuerpo respondió bien, por lo que no me costó devolverla a su sitio para quitar los discos y dar por terminado el ejercicio. (Ya sabéis, es de buena educación descargar las barras, aunque sólo pongas quince kilos por banda.)

La parte mala es que acabé con la camiseta, que era de un blanco níveo del que me sentía orgulloso haber mantenido durante un año y medio, con unos manchurrones asquerosos. Aparentemente, las barras desprenden más grasa que el trapo de un mecánico tras un día de trabajo. Y al refregarlas por mis lorzas, gran parte de esa suciedad decidió trasladarse a lugares más impolutos...
Tenía otras camisetas con manchas parecidas, pero es la primera vez que tengo este tipo de fallo. Así que las otras camisetas seguramente me las manché por acercarme demasiado una barra al cuerpo mientras la movía, o cargando mancuernas, o cuando no miro por dónde ando y calculo mal las distancias y me como una barra (que es lo que más frecuentemente me pasa. Eso sí que es vergonzoso.)

El caso es que no he conseguido jamás limpiar esas camisetas, y lo que peor me sentó ayer es que parece que tendré que renunciar a otra camiseta. Por lo que tendré que al menos comprarme una para no tener pantalones sueltos (que no usaría), y mantener la cantidad de ropa de gimnasio que necesito para ir todos los días de la semana que toca.

Esta noche he intentado un plan de choque dejándola en remojo, pero no sé aún el resultado. Porque a las seis de la mañana no estaba yo para escurrir la camiseta, tenderla, esperar a que se seque y ver el resultado. Aún gracias que he acertado en escurrirla y tenderla. Tendré que esperar a llegar a casa para ver si he conseguido salvarla a tiempo o ya puedo meter los pantalones que siempre llevo con esa camiseta en un cajón y olvidarme de su existencia hasta que me lance a comprar ropa deportiva.

A partir de ahora, todas las camisetas negras, y el color que lo pongan los pantalones. Tras dos blancas (contando la de ayer) y una roja, creo que ha llegado la hora de admitir que el negro es el único color que puedo llevar.

En otro orden de cosas, ayer llegó otro de los libros que llevo esperando desde hace semanas y que vienen de USA. De esta tanda ya sólo quedan tres. Que no sé si los han enviado ya o no, pero yo tengo confianza en que sí, y que irán llegando en los próximos días.
Mientras tanto, los dos manuales de dungeons&dragons que compré aún no han dado señales de vida, aunque ayer se cumpliera la fecha límite de entrega según amazon. Como también es posible que vengan de donde KosMos tiró la espardeña, aún estoy relativamente tranquilo. Si llegan antes de fin de mes, estupendo. Si no, bueno... Cuando lleguen, llegarán. Yo con tenerlos en mis manos y poderlos tocar ya me conformo, aunque tenga que esperar.

Y otra buena noticia: al final pude usar el código para hacerme con Mew. El lunes comentaba que me había comprometido a coger un código para un usuario de reddit, y que, como sólo daban uno, se lo pasaría a él para cumplir mi palabra, aunque yo me quedara sin.
Pues se lo envié, pero cuando se enteró que en España sólo dan uno por 3ds, en lugar de uno por juego, y que no tenía código extra, decidió renunciar a él y dejar que lo disfrutara yo.
Por lo que ahora tengo un nuevo Mew en mis juegos :D

Vírgen de la Luz, qué duro es bailar descalzo en invierno, especialmente si nos paramos de vez en cuando para explicar cosas y corregir defectos.

Hace un par o tres de días una amiga me invitó a un evento de facebook. Cosas que pasan. Normalmente sus eventos (cuando los hace desde su cuenta profesional) son en horarios incompatibles con los míos, pero este en concreto me iba bien: un viernes de 18:30 a 20:00. Lo cuál despertó mi interés.
(Ya casi estaba escribiendo mi disculpa cuando caí en que, realmente, esta vez sí podría asistir.)

El evento no era algo puntual, sino que era algo que se repetía cada dos semanas, durante tres meses. Un curso de escritura creativa.

Y ahí empezó mi dilema, cual canción de Selena Gomez. ¿Valdría la pena que me apuntara?

Siento un morboso placer azotando el teclado. Incluso tiene su punto de masoquismo, en ese doloroso baile que tienes con tus inseguridades y que aunque te den arcadas al releer aún sigas pulsando una tecla detrás de otra.
(El mismo blog es un claro ejemplo ¬¬U)
Hay días en los que dices "sí, yo puedo; sí, yo sirvo", y hay días en los que antes de juguetear con la idea te cortarías los dientes con unas tijeras oxidadas. Pero nunca te arrancas más allá de enviar un relatillo a un amigo por correo o subir algo a tu casi olvidada cuenta de ao3.

No lo descarté de entrada porque me pilló en un día bueno. Lo cuál tiene mérito, porque venía de una experiencia desastrosa siendo DM y confiando en mi capacidad de juntar palabras como confío en cualquiera otra habilidad que intente lucir. Es por eso que aún arrastro el dilema sobre si apuntarme o no.

No sé si tengo la paciencia ni la fuerza de voluntad necesaria para afrontar la carga de un curso. Aunque sea laxo; una hora y media cada dos semanas es sacrificio paupérrimo. Si miro hacia atrás y veo todo lo que he empezada para acabar abandonando porque no sirvo, no me merece la pena.
Pongamos como ejemplo mi contínuo ejemplo de perder mis lorzas de vista para siempre. Este año lo empiezo con la barriga más suelta de los últimos tres años y medio. Después de prácticamente dos años siguiendo a rajatabla rutinas de entrenamiento y pautas nutricionales, estoy bastante decepcionado con el resultado. Lo cuál no ayuda a motivarme para ir al gimnasio. Y no he pisado la sala de pesas desde que he vuelto a trabajar, con lo que la lorza no hace más que crecer. Lo cuál no ayuda a motivarme para ir al gimnasio. Que debería, porque he llegado a ese punto en que ya siendo a cada paso cómo las lorzacas se mueven a destiempo, removiéndose aún medio segundo después de que dé un paso, rebosando la cintura del pantalón como una magdalena que ha recibido demasiada masa para el papel que debe contenerla y se esparce hasta donde alcanza la vista.
(... Ya me he perdido por de nuevo dejarme llevar por mis autolamentaciones.)

Me apetece apuntarme, y siento curiosidad. Pero creo que será una de esas cosas en las que vierto tiempo, ilusión, y dinero para acabar saliendo escaldado y decepcionado y pateándome aún con más fuerza (y argumentos) que antes y descubriendo nuevos límites inferiores para mi moral y autoestima.

Así que de momento pinta que no me voy a apuntar.

Y, ahora que miro el evento de facebook, no sé si se hará, porque sólo hay tres que han confirmado asistencia. No sé qué número de plazas tenían en mente, pero si hay dos profesores impartiendo me da a mí que algo más esperaban.
Imagina que al final me da por apuntarme en un arrebato (que últimamente tengo el pronto consumista subido) y se cancela por falta de interés. Me desorinaría.

Anoche me pasó algo sorprendente. No fui capaz de dormirme hasta las dos de la madrugada.

Sé que en los últimos meses he hablado de lo poco que duermo, pese a lo que me gusta. Creedme, no ha cambiado mi visión sobre el sueño: es lo mejor del día. En todas esas ocasiones donde dormía poco, la causa era voluntaria: me acostaba tarde, madrugaba, y como consecuencia dormía poco. Pero esta vez ha sido diferente. Estaba ojiplático en la cama. Y no en el buen sentido. Porque puede haber muchas buenas razones para estar ojiplático en una cama, y esta no ha sido ninguna de ellas.

Sencillamente estaba desvelado. Total y absolutamente.

Esperaba, confiaba, que haber ido al gimnasio y a clase de bollywood después me dejara plegado, con el bonus de poder acostarme al poco de ducharme tras la clase sandunguera. Terminé del gimnasio un poco antes de la hora habitual, y bollywood los miércoles empieza media hora después de lo que lo hace el jueves, así que tuve suficiente tiempo para hacerme todos los tuppers. Con la clase de jueves de bollywood movida a los miércoles, la cena fácil de los jueves también la he movido a los miércoles. Lo que me permitía cenar nada más llegar de la clase, ducharme, atender los cacharros de la cena (y los que no llegué a limpiar antes de ir a bailar) y acostarme.
Vamos, que a las once me veía en la cama.

Y, así fue. Sólo que no conseguí dormirme tan rápido como había previsto.

Normalmente me duermo nada más ponerme en posición horizontal. (Y en cualquier otra posición. Mi cama es AMOR! Aunque también me duermo de pie. DORMIR ES AMOR, VALE.) Y, en las ocasiones en las que necesito un poco de tiempo, con un poco de concentración en la respiración o dejando ir la neurona al azar suelo caer dormido sin más ceremonias. Pero, oh ayer, ayer no funcionó nada. NADA. Cualquier cosa que te dicen que hagas para dormir, MENTIRA.

Creo que a las dos me dormí. Así que hoy me he despertado a las seis ENCANTADO DE LA VIDA. No, no estoy siendo irónico. De hecho, me he asustado porque estaba completamente despierto. En el tren. A las seis y media de la mañana. Cuando normalmente voy arañando todo el sueño que puedo. Ni idea.

La clase de bollywood, por cierto, fue bastante bien. No era sólo de chicos, como había entendido. Supongo que lo entendí mal cuando me explicaron a qué grupo iba. O quizás es porque es el intensivo y están juntando dos clases, no sé. El caso es que es una clase mixta, con lo cuál algo más cómodo estoy, porque hay mucha gente y todos llevan años, así que no hay nadie que me mire. Bueno, más que para señalar y reírse, como pasó en los calentamientos, que hicieron coreos de estilo clásico, que no son tan fáciles de seguir como las modernillas (que tienen más pasos repetidos y menos precisos).
La coreo del intensivo está bastante bien, al menos la parte que llevamos. Creo que no llegamos a los dos minutos de canción por poco, teniendo en cuenta que la canción dura tres minutos y medio.

No, no se me pasa por alto la ironía de estar más cómodo en una clase con gente de nivel. Pero no es eso lo que me hizo sentir cómodo. En las clases de intensivo se va bastante a por la coreo y hay menos charla de grupo; siendo un grupo grande y acostumbrado a bailar juntos llevan tiempo con la posición en clase asignada, así podía irme a la última fila y camuflarme si lo hacía especialmente mal; y por alguna razón la primera clase de cualquier cosa siempre se me da bien, es en la segunda donde me desmorono.
Ahora, lo que me incomodó es que al final de la clase, mientras esperábamos a que todo el mundo saliera y cerraran el centro, el profe de estilo chicos dijera que me pasara un poco antes de que empezara la clase del sábado para hablar conmigo. Así que imaginad la de películas que me he montado ya.

La parte buena es que al menos esta semana sí habrá clase bonus el sábado, que todos creíamos que no habría porque el profe de estilo chicos dijo la semana pasada que no podía. Algo bueno hemos sacado.

Hoy también he tenido un poco de drama con un pilot que compré ayer. Que me lo dieron de 0.7, y a mí tanto grosor me da manía, y cuando lo he descubierto en la oficina me ha sentado bastante como un tiro. Por suerte ahora el pilot tiene un dueño que lo querrá y cuidará (hasta sacarle hasta la última gota de tinta de su interior, momento en el que lo desechará como el cascarón vacío en que lo habrá convertido), y al menos algo positivo ha salido de todo esto.

Después del experimento relativamente exitoso de ayer, he decidido cambiar mi enfoque con el té. Aunque voy al gimnasio cada día, voy para hacer cosas diferentes: hay días que entreno con pesas y me quedo a hacer cardio, otras veces voy sólo para correr en la cinta. (Tengo pendiente empezar a alternarlo con la bici, aunque no soy especial fan.) Así que el chute energético del té no es necesario cuando voy a hacer tan sólo cardio, porque normalmente la música tira de mí lo suficiente como para hacer una buena sesión. Claro que dependo del random que tenga el mp3 ese día, pero con un pool de canciones que me gustan, es complicado enlazar las que ese día no están alineados con mi neurona y que no pueden arrancarme una sonrisa o un brote energético.
Espero que con este cambio la cosa se tranquilice un poco, porque estas últimas semanas han sido bastante incómodas.
Sorprende lo mucho que he tardado en hacer algo al respecto, ahora que lo pienso.

Y, hablando de cardio, hoy me lo salto porque no me he traído el mp3. Me lo he dejado en casa; esta mañana se me ha olvidado por completo cogerlo. Esto me pasa por no dejarlo en la maleta ayer por la noche. Así que para llegar al cupo voy a tener que mover uno de los días de cardio al fin de semana, por mucho que nos toque bailar de nuevo.

¡Por cierto! Algo que se me ha olvidado consistentemente contar es que casi tengo el alta de logopedia.
...
O eso pensaba.

A finales de Mayo tuve una sesión con la logopeda, donde nos pusimos un poco al día y presenté un informe de más o menos cómo habían ido esos dos últimos meses: si había tragado bien, si había masticado bien, qué tal el agua, las comidas, la saliva... Ese tipo de checks eróticofestivaleros que tengo que hacer por ser deglutor atípico e intentar ver si he automatizado más o menos bien los procedimientos habituales para tragar como un ser humano normal, serio y responsable.
Al terminar y mirar el calendario para cuadrar la siguiente visita, vio que estaba planificada para mediados de Julio. Y como Julio es un mes malo para la logopedia (por eso de que entre Julio y Agosto todo el mundo escampa, y gran parte de los clientes de las logopedas son niños), tomó una decisión: le enviaría el excel a finales de Junio, y entonces decidiría si mantener la visita de Julio o cancelarla, y dejarlo para Septiembre... y en Septiembre volver a hacer una prueba para ver si puede darme el alta.

Me gusta la idea de tener el alta, y considerar por fin que sé tragar. Y no olvidar lo aprendido, claro. Claro que admito que la logopeda me cae genial y ha habido días en los que estaba realmente tocado y tenía visita y, la verdad, mi ánimo remontaba. Así que no es que la quiera perder de vista, porque es una gran chica.

Así que hoy le he enviado la evaluación (en formato office y openoffice, porque no sé qué tiene a mano). Al cabo de un rato me ha contestado al correo-e para decirme que me llamaría esta tarde para hablar.

No sé qué quiere hablar por teléfono, supongo que decidir si cancelamos la visita de Julio o la mantenemos. Esa sería la respuesta sensata. Pero mi neurona no se caracteriza por ser sensata, así que ya se ha encargado de correr mil simulaciones terroríficas y escalofriantes para asegurarse de hacerme pasar un rato horrible y alargarlo hasta que llame.
Con suerte llamará pasadas las seis y media, cuando ya esté en mi ciudad. Si me pilla en el tren va a ser el colmo del stress: hablar por teléfono, en público, en un lugar con cobertura intermitente.

Menos mal que hoy no llevo camisa de lino, si no la dejaría empapada.

Ayer lo di todo en clase de Bollywood. No es que normalmente suela ser comedido cuando bailo, la verdad; si bailas mal, al menos baila con energía, ¿no? (Escuela de Marcos, "Fama, ¡a bailar!" primera edición, cuatroº) Así que acabé bastante cansado. Y ayer tenía rutina de piernas y espalda en el gym, así que acabé con las piernas bastante machacadas. Eso sí, los que han salido peor parados han sido los pies.

Y es que hay giros que aún no he aprendido a hacer (LO SÉ, DESDE SEPTIEMBRE Y AÚN NO HE ASIMILADO UNA TÉCNICA TAN BÁSICA COMO LOS GIROS EN UN TIEMPO BAILANDO DESCALZO), lo que me lleva algunas consecuencias dolorosas en las plantas de los pies. La parte buena es que tanta fricción me hace saltar las durícias cosa fina, así que lo que antes se me ponía duro con capas y capas de piel muerta bailando calzado (como, por ejemplo, zumba o salsa o fusión latina) ahora me salta cada semana y tengo el pie liso y suave... bueno, al menos antes de empezar la clase, si se ha pelado todo a tiempo y ha tenido margen para recuperarse.

Después de ducharme me puse un poco de pomada buena en las zonas más hechas polvo y lo tapé. Lo habría dejado al aire toda la noche para taparlo esta mañana, pero sé que los jueves acabo muy cansado y me acuesto muy tarde (a medianoche, si he podido terminar todas mis cocinadas a tiempo), aspirar a levantarme a la hora el viernes con energía suficiente para adecentarme para salir a la calle y encima tratar las plantas de los pies es ser ingenuo. Por no decir otra cosa. Que ya me conozco, son muchos años. Nada de eso.

Tras terminar algo renqueante el día, esta mañana me he levantado a mi hora (bueno, cinco minutos más tarde) y, al poner los pies en el suelo, he decidido tomarme el día libre en el gimnasio. Hoy no tengo rutina ni entrenamiento monitorizado, habría ido a hacer cardio; y mi cardio menos molesto ("favorito" es una palabra muy fuerte) es correr en cinta. Pasarme 50 minutos corriendo en la cinta con los pies tal y como los tengo no me ha parecido buena idea, esta mañana.

Y entonces ha empezado la espiral de culpabilidad. Porque mi mente es así.
"Si no vas al gimnasio a hacer cardio, Sam, ¿cómo pretendes dejar atrás tu fofiforma? Las lorzas no se van a evaporar estando sentado en la oficina."
"Pero si me está costando andar, ¿cómo voy a poder correr? ¿Sabes la de impactos que sufre la planta corriendo a velocidad 12 durante 50 minutos?"
"Gordovago."
"No estamos apoyando bien el pie izquierdo. Imagina que nos ponemos a correr y tras un día con las plantas tocadas hemos cogido un hábito para evitar el dolor que tuerce el pie y acabamos con un tobillo torcido, lesionados, sin poder entrenar durante un tiempo. O, peor, cayendo por la cinta delante de todo el mundo. IMAGINA EL ESCARNIO, LA DESHONRA."
"Lesionarnos sería lo peor..."
"Además, estamos muy cansados."
"Ya, pero eso se arregla a lo largo del día, también variará con el ánimo, y con el té durante la merienda seguro que cogemos fuerzas. Te arrepentirás, te sentirás culpable y yo seré el responsable. Espera y verás. Además, si no vas al gimnasio a hacer cardio, Sam, ¿cómo pretendes dejar atrás tu fofiforma?"
Y así durante diez minutos (mientras me aseaba, vestía, preparaba la maleta de tuppers... Vamos, durante mi rutina mañanil), hasta que he visto que estaba demasiado cansado y con las plantas demasiado doloridas como para ir a hacer cardio esta tarde, y no he cogido la maleta del gym.

¿Cuándo me he sentido culpable por no haber cogido la maleta del gym, por rendirme, por decirme que quizás podría haberme forzado a correr? Al llegar a la estación de tren yendo de camino al trabajo, tras picar el billete. Es decir, a los TRES MINUTOS. (Vivo muy cerca de la estación.) HE TARDADO TRES MINUTOS en sentirme un DESPOJO HUMANO por no haber cogido la maleta del gym. Justo cuando era demasiado tarde para volver porque no podría volver a picar con mi abono, habría malgastado un viaje y tampoco tenía tiempo material para llegar a casa, coger la maleta y volver a la estación y comprar un billete de un viaje sin perder el tren. EXCELENTE. Bonus points por sentirme culpable aunque mis ojos lagrimeaban tras andar esos tres minutos, porque las plantas DOLÍAN.
Con tal de no escuchar la retahíla de culpabilidad y autopateo, he apagado mi cerebro y me he puesto a dormir en el tren. Pero, oh sorpresa, los viernes son los días en los que estoy paradójicamente más despierto en el tren pese a que la noche anterior sea la que menos duerma durante la semana y tras el día más largo y agotador de la semana. Por lo que no es que haya podido librarme del rapapolvo. GRACIAS, YO, GRACIAS.
Eso sí, a tres paradas de la estación destino estaba quedándome dormido, lo cuál es MUY ÚTIL, porque nada mejor que luchar contra el sueño y la culpabilidad A LA VEZ.

El tramo más largo que hago a pie (desde el metro hasta las oficinas) ha sido muy curioso. A pocos metros de entrar en mi edificio, el pie que más me ha dolido durante todo el trayecto, el izquierdo, sin importar si estaba sentado o quieto de pie o andando o haciendo el pino puente mirando a Parla, ha decidido eutanasiarse para ahorrarme el dolor. Ha sido un momento mágico, porque ha dejado de dolerme por completo, y el derecho ha decidido tomarle el relevo, demostrando que no es que no me doliera casi, es que el izquierdo dolía mucho más que el derecho y en comparación era una sensación despreciable. (Como yo, que también soy despreciable.)

A lo largo del día me ha ido doliendo de forma intermitente, así que no sé qué está pasando en las plantas de mis pies.

Para no sentirme terminalmente mal, voy a dar un rodeo al llegar a casa y buscar una tostadora. Llevo tres semanas con intención de comprarme una y cuando por fin reuní la fuerza mental suficiente como para ir de tiendas resulta que nadie tenía. No, yo tampoco lo entiendo.

¿El gemelo derecho que ayer tenía dolorido? Mágicamente se arregló a lo largo del día. O bien hice un mal gesto estando de pie (O_o) o bien era un inicio de excusa para saltarme el gimnasio, que no funcionó porque fui. Casi mejor, oyes.

Hoy he tenido uno de esos sueños que te desgarran cuando despiertas, porque en él estabas tan feliz y has conseguido lo que ansiabas que volver a la realidad es un duro golpe. Y no hablo de tener un gato, que últimamente parece que es todo lo que sueño cuando no hay tramas metahumanas o sobrenaturales. Era un hecho aparentemente pequeño, algo cotidiano que mucha gente tiene y a veces no le presta atención, pero que jamás podré tener. Y tenerlo en sueños y perderlo al despertarme, bueno, pues jode.
Oh, y también he jugado a una versión de Hyrule Warriors para DS, con sprites en lugar de gráficos 3d. Adorable, aunque era un patata.

Otra cosa que ha pasado esta mañana es que me he dormido. Me he levantado a las seis menos diez para ir al baño (la sandía antes de acostarse es dhuliciosa, pero pone a prueba la capacidad límite de mi sistema urinario), pensando "ah, aún me queda un cuarto de hora de sueño", y me he acostado para un sueñecito rápido. Me he despertado un latido después, sorprendido de lo relajado que estaba y de lo bien que me había sentado este último cuarto de hora de sueño. Hasta que he caído en que es imposible que un cuarto de hora me sabiera a gloria bendita con miel sobre hojuelas y magdalenas rellenas de trufa montada con nata por encima, y he martilleado la luz del despertador a la vez que palpaba la zona de la alarma (es un don). Sí, la alarma estaba desconectada y eran las siete. Básicamente he dormido una hora más de lo que me tocaba. EXCELENTE.
Aún no soy capaz de recordar si ayer me olvidé de poner la alarma o si esta mañana ha sonado el despertador y lo he parado sin ser consciente de ello. Admito que me ha pasado más de una vez, aunque normalmente soy capaz de corregirlo a tiempo y no quedarme en coma DURANTE UNA HORA.
Que sí, he llegado descansado al trabajo, pero macho, UNA HORA.
Y si creéis que no he dormido en el tren de ida al curro es que no me conocéis.

Hoy ha sido un día de bombardeo contínuo: un montón de cosas por hacer, cero ganas, y un montón de interferencia de fuera del trabajo entre whatsapp y hangouts. Intento mantenerlo bajo cierto control, dejando mensajes pendientes mientras estoy en una tarea para no perder el foco y acabar haciendo lo mismo catorce veces (y posiblemente quince de ellas mal), pero es que hoy no. He. Podido.

Y ahora saldré tarde del trabajo y tengo que ir al gimnasio a hacer el cutre en la cinta de correr y sentirme una bazura fofiforme, llegando a casa cuando los últimos rayos de Sol hace tiempo que son mero recuerdo y ponerme a cocinar los tuppers y la comida, y descubrir que ni tengo tiempo para ponerme a escribir lo que hace eones que debo escribir (algún día quiero terminar de pasar los apuntes roleros a relato) o preparar una ficha para la nueva campaña de Dragones y Mazmorras o jugar a alguno de los videojuegos que me apetece seguir adelante o sencillamente vegetar mirando al vacío porque razones.
Atenea, dame fuerzas.