a veces sucede que cuando mejor, es peor
Jun. 9th, 2010 08:13 pm![[personal profile]](https://www.dreamwidth.org/img/silk/identity/user.png)
Uno llega a la visita del dentista, habla con la recepcionista un poco y cruza unas risas, y entonces va, como siempre, a la sala de espera. Se acomoda en la primera silla vacía, se hace con el ¡Hola! que tiene más cerca y estudia la portada.
-Uy, mira a la Fergó, qué guapa en su boda. Y rodeada de todas sus triunfitamigas. Ay, Chenoa, qué grande eres.
Y antes de que uno pueda abrirla para pasar al reportaje de la boda y a ese prometedor y jugoso artículo de la boda de Toni Cantó y Terapeuta Inma, lo llaman a entrar. La silla no ha tenido tiempo ni de calentarse.
"Hoy es mi día de suerte", piensa.
La visita parece ir bien. Se enzarza en una conversación a medias con la dentista y la enfermera, porque no es fácil hablar cuando te están sacando un aro de metal de los dientes, e incluso tienen tiempo de comentar la manicura francesa que la dentista había visto lucir a una chica unos días antes.
-Era más bonita. Y yo le pregunté "¿y son falsas?" -¿que hubiera quedado más elegante decir "postizas"? Sí. Pero tiene menos gracia-, y ella me dijo "me las hago yo". Pero no me dijo si eran falsas o no.
Y uno se une a las risas.
Y cuando la dentista comenta que tendrán que estudiar la posibilidad de tener que volver a colocar los forsus y la enfermera no sabe a qué se refiere, y uno le recuerda los pistones bucales que llevó hace unos pocos meses atrás, de nuevo comparten risas.
Durante unos minutos la dentista sopesa el siguiente paso. Se mira los dientes, toquetea aquí y allí y sacude un par de pinzas, y entonces ve el camino.
-Pásame una cuña de rotación -le dice a la enfermera.
Presta y diligente, la muchacha le ofrece lo solicitado y la dentista, pinzas en mano, empieza a colocar la cuña de rotación, esta vez en una de las paletas superiores.
-Y ahora, a colocar el nuevo arco.
Lo que uno no sabía, en esos momentos, era que, para cerrar las puertas de los brackets y que éstos aceptaran el nuevo arco, la dentista estaba apunto de abrir la Puerta del Dolor.
DUN DUN DUUUUUUN!!
Hoy ha sido el primer día que me han hecho daño en el dentista. Lo cuál tiene mérito, si me permitís decirlo, porque llevo nueve meses de tratamiento. Y todo porque la cuña de rotación nueva era demasiado ancha de huesos para la puerta.
Las puertas de los brackets parecen ser lo que permite a los brackets amarrarse bien a los arcos cuando se cierran, y facilitar la extracción del arco cuando están abiertas. Los nuevos arcos deben ser algo más gruesos que los anteriores, y colocar la cuña de rotación ha hecho más complicado el cierre de la puerta de un bracket.
Y cuando digo más complicado me refiero a la dentista con dos pinzas, de pie detrás de mí, y a la enfermera haciendo palanca con una espátula, dejándose los dedos apretando piezas para cerrar la puerta de marras. Lo que se traduce en una tracción bastante fuerte sobre el diente pegado al bracket. Lo que me lleva a Muchísimo Dolor.
Y, pese a todo, la puertecita no se cerraba.
La dentista estaba a punto de dejarlo correr, y ha sido justo decir "pues voy a quitar la cuña y listo" que ha movido un poco el arco y la puerta se ha cerrado prácticamente sola.
Tócate las narices.
Así que ahora tengo una tercera cuña de rotación, la primera de la mandíbula superior; dos arcos nuevos más gordos y resistentes; y como propina un nuevo set de gomas nocturnas, también más gordas y potentes.
Antes usaba las gomas Quail, y ahora me han pasado directamente a las Moose, sin pasar por las intermedias Kangaroo.
-Uy, mira a la Fergó, qué guapa en su boda. Y rodeada de todas sus triunfitamigas. Ay, Chenoa, qué grande eres.
Y antes de que uno pueda abrirla para pasar al reportaje de la boda y a ese prometedor y jugoso artículo de la boda de Toni Cantó y Terapeuta Inma, lo llaman a entrar. La silla no ha tenido tiempo ni de calentarse.
"Hoy es mi día de suerte", piensa.
La visita parece ir bien. Se enzarza en una conversación a medias con la dentista y la enfermera, porque no es fácil hablar cuando te están sacando un aro de metal de los dientes, e incluso tienen tiempo de comentar la manicura francesa que la dentista había visto lucir a una chica unos días antes.
-Era más bonita. Y yo le pregunté "¿y son falsas?" -¿que hubiera quedado más elegante decir "postizas"? Sí. Pero tiene menos gracia-, y ella me dijo "me las hago yo". Pero no me dijo si eran falsas o no.
Y uno se une a las risas.
Y cuando la dentista comenta que tendrán que estudiar la posibilidad de tener que volver a colocar los forsus y la enfermera no sabe a qué se refiere, y uno le recuerda los pistones bucales que llevó hace unos pocos meses atrás, de nuevo comparten risas.
Durante unos minutos la dentista sopesa el siguiente paso. Se mira los dientes, toquetea aquí y allí y sacude un par de pinzas, y entonces ve el camino.
-Pásame una cuña de rotación -le dice a la enfermera.
Presta y diligente, la muchacha le ofrece lo solicitado y la dentista, pinzas en mano, empieza a colocar la cuña de rotación, esta vez en una de las paletas superiores.
-Y ahora, a colocar el nuevo arco.
Lo que uno no sabía, en esos momentos, era que, para cerrar las puertas de los brackets y que éstos aceptaran el nuevo arco, la dentista estaba apunto de abrir la Puerta del Dolor.
DUN DUN DUUUUUUN!!
Hoy ha sido el primer día que me han hecho daño en el dentista. Lo cuál tiene mérito, si me permitís decirlo, porque llevo nueve meses de tratamiento. Y todo porque la cuña de rotación nueva era demasiado ancha de huesos para la puerta.
Las puertas de los brackets parecen ser lo que permite a los brackets amarrarse bien a los arcos cuando se cierran, y facilitar la extracción del arco cuando están abiertas. Los nuevos arcos deben ser algo más gruesos que los anteriores, y colocar la cuña de rotación ha hecho más complicado el cierre de la puerta de un bracket.
Y cuando digo más complicado me refiero a la dentista con dos pinzas, de pie detrás de mí, y a la enfermera haciendo palanca con una espátula, dejándose los dedos apretando piezas para cerrar la puerta de marras. Lo que se traduce en una tracción bastante fuerte sobre el diente pegado al bracket. Lo que me lleva a Muchísimo Dolor.
Y, pese a todo, la puertecita no se cerraba.
La dentista estaba a punto de dejarlo correr, y ha sido justo decir "pues voy a quitar la cuña y listo" que ha movido un poco el arco y la puerta se ha cerrado prácticamente sola.
Tócate las narices.
Así que ahora tengo una tercera cuña de rotación, la primera de la mandíbula superior; dos arcos nuevos más gordos y resistentes; y como propina un nuevo set de gomas nocturnas, también más gordas y potentes.
Antes usaba las gomas Quail, y ahora me han pasado directamente a las Moose, sin pasar por las intermedias Kangaroo.